... Que desconecta si hay ruido

“Un conserje apaga por error un congelador y acaba con veinte años de investigación”. Podría ser la sinopsis de una película de catástrofes, pero es una noticia de esta semana. Los hechos sucedieron hace tres años, aunque han trascendido ahora, a raíz de la demanda que un centro de investigación neoyorquino ha interpuesto contra la subcontrata de limpieza que empleó al protagonista de la noticia. 

El accidente sucedió en 2020 en el Instituto Politécnico Rensselaer de Nueva York. Al parecer, el congelador estaba averiado –había bajado la temperatura correcta para conservar las muestras– pero con las restricciones del COVID la reparación iba a retrasarse unos días. Los investigadores calcularon que las muestras podrían aguantar a esa temperatura, hasta que llegara el equipo técnico a solventar el problema. Entretanto, instalaron un bloqueo del enchufe del aparato y pusieron una nota explicativa:  

“ESTE CONGELADOR EMITE UNA ALARMA PORQUE ESTÁ EN PROCESO DE REPARACIÓN. POR FAVOR NO LO MUEVA NI DESENCHUFE. NO SE REQUIERE LIMPIEZA EN ESTA ÁREA. SI QUISIERA SILENCIAR LA ALARMA, PUEDE PRESIONAR EL BOTÓN MUTE POR 5 A 10 SEGUNDOS” 

Según su propio testimonio, el empleado escuchó el ruido molesto de la alarma, creyó que los fusibles estaban desconectados y trató de reactivarlos, pero, en realidad, hizo todo lo contrario, desenchufar. La temperatura bajó bruscamente y los cultivos se fueron al traste.

Llegué a la conclusión de que la noticia dibuja una imagen muy certera de lo que ocurre en las sociedades con el ruido informativo: cuando hay exceso de ruido, desconectamos

Ahora el Instituto demanda a la empresa que contrató al trabajador, Joseph Herrington. “Independientemente de su capacidad personal –se trata de una persona con capacidades especiales–, cualquiera podría haber cometido el mismo error si no se le entrena. La culpa de todo esto es la negligencia de una compañía y ahora se han perdido 25 años de investigación”, lamenta el abogado del instituto científico.

Lo reconozco, al encontrarme con el titular en la prensa me reí. Sí. Mi primera reacción fue esa descarga nerviosa e irrefrenable que provoca la química del humor cuando nos sorprende sin avisar: “Un tío desenchufa un congelador y se carga 20 años de investigación”. A ver, era un chiste redondo. 

Después, a medida que iba leyendo, mi sentimiento fue transformándose en otra cosa y mi lado más empático me chafó la risa. Y entonces empecé a sufrir por los investigadores, veinte años de curro a la papelera; por el conserje, ese pobre hombre que la lía sin querer; y por identificación, esa angustiosa sensación, que seguramente todos hemos vivido: cuando quieres hacer algo bien y la cagas a lo grande. 

Pero como mi proceso reflexivo es básico, previsible y reiterativo, después de atravesar el golpe de humor y la carga de empatía, acabé, como siempre, dándome un chapuzón en la filosofía de andar por casa. “Metaforizando” como le gusta decir a mi sobrina. 

Y entonces, llegué a la conclusión de que la noticia dibuja una imagen muy certera de lo que ocurre en las sociedades con el ruido informativo: cuando hay exceso de ruido, desconectamos. Y cuando desconectamos, corremos el peligro de tirar todo lo invertido en evolución y progreso a la basura.  

Ruido. Fito y Fitipaldis & Coque Malla.

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