... Y los gays votarán a Vox

Que dice Santiago Abascal que, en el futuro, la mayoría de “los gays” votarán a Vox

Lo ha dicho recientemente mientras lo entrevistaban en un programa de televisión. “¿Prohibirá el Orgullo en Madrid?”, cuestionaba el presentador. “¿Lo sacará a algún polígono para que no lo vean?”.

La respuesta: “Hay derecho de manifestación pero también de las familias y de los menores, y yo creo que no todos los gays se sienten identificados con este tipo de revelación ni con una bandera en concreto”. El líder ultraderechista contestaba esto para un segundo más tarde contradecirse: “Los gays españoles se sienten representados y acogidos de la bandera de España”.

El del partido verde hablaba específicamente de “los gays” porque reconocer la existencia de otras personas disidentes de sexualidad o de género es algo para lo que parece que la ultraderecha aún no se siente preparada. De hecho, verás cuando Santi descubra que en el colectivo LGTBIQ+ hay mujeres. No va a salir de su asombro. 

“Va a llegar el momento en el que la mayoría de los gays españoles van a votar a Vox, porque somos los únicos que quieren echar de España a los que quieren lanzarles a ellos desde una azotea o colgarles desde una grúa”. 

Qué retroceso. Exactamente el mismo comentario que, acompañado de Francisco Serrano, realizaba Abascal en el año 2015 en un vídeo subido de cara a las elecciones andaluzas. En él, aseguraban que Podemos quería que se arrojase a los homosexuales desde la Giralda. Yo creo que es un sitio demasiado transitado para ponerse a tirar mariquitas, la verdad. Igual por lo que a ellos no les gustaba la idea era porque sería contraproducente cometer un turisticidio y acabar accidentalmente con la vida de uno de esos ingleses o alemanes que vienen a dejarse los dineros unos días para luego irse a dormir a algún piso turístico ilegal. 

En aquel momento absolutamente todo el mundo se rió de ellos. No es para menos, la verdad. Una década más tarde el CIS les da un 17,7% de votantes para las próximas elecciones generales. Risa ninguna. 

Tener que discutir que Vox es un partido contrario a los derechos (y sobre todo a la protección y seguridad) de las personas LGTBIQ+ a estas alturas me parece, sencillamente, una ordinariez. Su electorado lo sabe perfectamente. Están de acuerdo con ello. Y, por si fuera poco, su afán por imponer al Partido Popular como condición para apoyarles en las autonomías el recorte de las leyes que nos protegen, pues habla por sí solo. Condición un poco tonta porque, como hemos visto en Madrid, a veces no hace falta siquiera que Vox lo pida para que pase. 

Estrategia, por cierto, copiada de Orbán y de Trump. Es lo que tiene que vivamos con una extrema derecha caracterizada por una absoluta falta de personalidad política en la que cada propuesta, cada medida y cada detalle de su discurso aparece misteriosamente tras haber aparecido un mes antes en los Estados Unidos de Trump, la Argentina de Milei, la Rusia de Putin o la Hungría de Orbán. Los vemos venir de lejos, al menos.

Tener que discutir que Vox es un partido contrario a los derechos (y sobre todo a la protección y seguridad) de las personas LGTBIQ+ a estas alturas me parece, sencillamente, una ordinariez

Y sí, hay maricones fachas. Fíjate si habrá que ya lo decía Rossy de Palma en Kika hace más de 30 años: “Los hombres con bigote o son maricones o son fachas, o ambas cosas a la vez”. Tu orientación sexual no siempre determina tu posición política. Puedes ser marica y haber nacido con una cuchara de plata en la boca, padres que aparecen en azul en la Wikipedia y 15 pisos por heredar por los que no te apetece pagar impuestos. ¿A quién es más probable que vote ese marica? Y que sí, que el PP arrasa en Chueca. ¿Quién iba a pensar que en el tercer barrio más caro de Madrid (casi 9000 euros el m2 ahora mismo) ganarían en votos partidos que gobiernan para los ricos? No quepo en mí del asombro. 

Pero no nos confundamos. Las personas disidentes de sexualidad y de género siguen siendo, en bloque, uno de los principales apoyos de las izquierdas de este país. Aunque, en muchas ocasiones, algunos movimientos obreros intenten desligarse de nosotros diciendo que “fragmentamos la lucha”. Decisión estratégica mala como ella sola, pero algunos prefieren anteponer su homofobia al bienestar de quienes tanto dicen querer proteger. Igual la lucha obrera te da igual y solo quieres ser protagonista de algo, José Luis, no sé qué quieres que te diga.

Lo dice el estudio que lanza anualmente la FELGTBI. La comunidad LGTBIQ+ vota más: sólo un 19% de abstención frente al 53% del resto de la población. El apoyo va, principalmente, a partidos de izquierda: un 57,4% de las personas del colectivo frente al 40% de la población general. Y, con respecto a hace dos años, una de cada diez personas de la comunidad que votaron al PP ahora votarían a un partido de izquierdas. 

Este no es un mensaje para Vox o para sus votantes. Ya sé que ellos están contentísimos con el trato que pretenden darnos a las personas LGTBIQ+. Y que han comprado el discurso del homonacionalismo. Ese que dice que hay que estar muy en contra de Palestina y no defender a la población gazatí del genocidio porque “en Palestina hay mucha homofobia” y “¿sabes lo que te pasaría a ti si fueses a Palestina?”. Pues lo que me pasaría si fuese a Palestina es que probablemente me mataría una bomba israelí, José Manuel, con supuesto “alto el fuego” incluido y todo. Que tiene narices que digan esto quienes precisamente alientan la violencia contra nosotros en este país. Dicen que hay que frenar la migración porque “van a atacar a los homosexuales” y luego fuerzan que se borren las leyes que existen para evitar que se ataque a los homosexuales. Su filosofía: “A nuestros maricas les pegamos nosotros”, como tituló el periodista y autor Christo Casas uno de sus artículos hace un par de años. 

Lo repito: este no es un mensaje para Vox ni para sus votantes. Este es un mensaje para la izquierda. Para los movimientos sociales y obreros. 

Por supuesto que hay personas LGTBIQ+ que votan a la extrema derecha. Por supuesto que la clase social y el beneficio económico pesa más que la orientación sexual cuando lo primero te protege de que te agredan por lo segundo. Por supuesto que quien no se siente en comunidad con las maricas, bolleras, bisexuales, trans, etc, de clase obrera, no va a sacrificar ni tres euros de su fortuna por hacerles la vida un poco más segura. Pero no nos equivoquemos. En nuestra mayoría, seguimos siendo un frente de contención. Seguimos manteniendo, en un amplio porcentaje, un sentimiento de hermanamiento y pertenencia que nos lleva a querer protegernos unos a otros. Y seguimos teniendo claro que ninguno de nosotros será del todo libre ni estará del todo seguro hasta que lo estemos absolutamente todos. 

Necesitamos una izquierda coherente, comprometida con nuestros derechos y seguridad. Necesitamos un movimiento obrero que nos incluya y evite que, dentro de sus propios espacios, haya quienes quieran dejarnos atrás. Pero no nos equivoquemos. La izquierda también necesita a la comunidad LGTBIQ+. Y el movimiento obrero, del que en nuestra mayoría formamos parte, más aún. Que no se os olvide, que el fantasma que nos amenaza se crece por momentos. Y de lo que hace diez años nos reíamos quizá, ahora, pueda ser nuestro final. 

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