El emérito se queja en sus memorias de ser el único jubilado que no cobra pensión después de 40 años de trabajo
Juan Carlos I considera que le han robado su historia y por ello, quiere contarla de su puño y letra. Primero en francés — hasta principios de diciembre no se podrá adquirir en España— y con todo lujo de detalles, aunque ningún rey lo haya hecho antes. El emérito dice sentirse herido y resignado tras ser “expatriado forzosamente”, como afirma, a Abu Dabi. Aún así quiere recomponer su vida y reconciliarse (como indica el propio título del libro) para explicar todo por lo que se le ha rechazado tanto por una parte del pueblo español como por su propia familia.
Las memorias llegan después de cinco años viviendo en Abu Dabi en una huida que él justifica como una forma de proteger a su hijo, Felipe VI y a la Corona, como afirma en las páginas del libre al que ha tenido acceso Efe.
Y a pesar del título, lejos de mostrarse amistoso, en sus páginas se detectan algunos ajustes de cuentas. Como cuando recrimina a Felipe VI que le retirara su asignación anual y él renunció a la herencia. El que fue jefe de Estado se ha quejado de que es “el único español que no cobra una pensión tras casi 40 años de servicios". Por ello, señala a su hijo: "No olvides que heredas un sistema político que yo forjé. Me puedes excluir sobre el plano personal y financiero, pero no puedes rechazar la herencia institucional sobre la que reposas. Entre los dos, solo hay un paso", escribe.
La familia parece que es algo que le ha marcado desde bien pequeño. El rey se refiere al accidente que acabó con la vida de su hermano Alfonso mientras los dos jugaban con una pistola que pensaban que no estaba cargada. “No me recuperaré de esta desgracia. La gravedad me acompañará en adelante”, cuenta en un capítulo de tan solo dos páginas dedicado a este oscuro episodio de su vida.
El rey y el golpe de Estado
En sus memorias, también recoge su cercanía a Francisco Franco en sus años de juventud. Con 10 años volvió a España precisamente para ser tutelado por él y así se formó una relación de la que habla con simpatía y cariño, según recoge EFE.
También explica con todo lujo de detalles su nombramiento como sucesor de la dictadura, aunque evita criticarla o, al menos, ponerla en duda. “Un día Franco me hace ir a su despacho. Yo no sabía nada. Me lo dijo sin rodeos: “Te voy a nombrar sucesor como rey. ¿Aceptas?’ Me quedé estupefacto, pensé en mi padre. Pregunto si tengo tiempo para pensármelo, pero él esperaba mi respuesta rápidamente. Estoy entre la espada y la pared. Reina el silencio, sólo escucho mi respiración. Acepto. Como un deber y una obligación. ¿Tenía otra opción?”, cuenta en un extracto al que ha tenido acceso El País.
Ya en democracia, con el intento de golpe de Estado de Tejero relata que se sintió herido ante lo que dice que fue un engaño del General Armada, uno de los compañeros de Tejero. A pesar de lo que muchos historiadores han asegurado, el rey dice que siempre estuvo en contra del golpe de Estado y que nunca antes había demostrado tanta “autoridad”.
“Aquella noche mi obra política estaba en juego y el destino de los españoles estaba en mis manos", asegura Juan Carlos. También dice que sigue con “dudas sobre el desarrollo de los hechos” pero él mismo parecía tener una de las claves de todo. Según él relata, dos meses antes del intento de Golpe de Estado, su padre tuvo una cena con Milans del Bosch en la que el general le indicó que antes de su jubilación quería “sacar los tanques a la calle”, algo que el emérito interpretó como una “bravuconada”. Sigue manteniendo que no sabía nada aunque también relata como esa misma tarde estuvo con uno de ellos, Miguel Arias, en Zarzuela.
El rey y los políticos
Durante su reinado, ha sido testigo del gobierno de diferentes presidentes, pero Zapatero parece haberle marcado más que ninguno. El rey relata dos de sus intervenciones políticas más sonadas, ambas con el presidente socialista: su relación con Bush y el conocidísimo '¿Por qué no te callas?'.
Esta última frase (mencionada hasta la saciedad entre los humoristas e imitadores) se ha convertido, según él, en un lema de resistencia política. En 2007, el emérito interrumpió al entonces mandatario venezolano Hugo Chávez durante la cumbre Iberoamericana de 2007 celebrada en Santiago de Chile. “Recibí entonces muchos mensajes elogiosos sobre mi intervención inesperada y no solo de la parte de la oposición venezolana”, cuenta el rey.
Chávez comenzó un discurso lleno de "frases injuriosas contra España" y en concreto contra el ya entonces expresidente José María Aznar al que se refirió como "fascista". Zapatero trató que Chávez cesara en sus insultos por "respeto democrático" en una actitud sosegada, a la que el rey no se unió. "El presidente venezolano Hugo Chávez logró sacarme de mis casillas", confiesa Juan Carlos.
Más allá de su anécdota conjunta, el emérito da un tirón de orejas al socialista por su actitud “antiestadounidense” cuando rechazó honrar la bandera de los Estados Unidos en un desfile militar en 2003, cuando le faltaba un año para ser presidente del Gobierno.
"Pido disculpas por la actitud de Zapatero. Ha cometido un error político cuando era secretario general del Partido Socialista (y líder de la oposición). Pero ello no debe dañar la relación entre los dos países, que es una relación fundamental", escribió entonces Juan Carlos al presidente estadounidense en una carta que ha incluido en el libro, al que ha tenido acceso EFE.
Con este mensaje y con varios encuentros informales dice haber conseguido “deshelar” las relaciones entre varios países. Algo de lo que le gusta hacer gala, mencionando también su buena relación posterior con Chávez después de su incidente, a la que atribuye los acuerdos posteriores entre ambas potencias.
Los “desvíos sentimentales” de Juan Carlos
El rey no menciona el nombre de las mujeres con las que se le ha relacionado durante todo este tiempo, como Bárbara Rey. Y aunque reconoce “desvíos sentimentales”, paradójicamente solo habla de Sofi, como llama él a la reina emérita. Juan Carlos dedica todo tipo de halagos a la que dice que es una mujer “excepcional, de justicia, bondad, rigor y amabilidad” y lamenta que no haya ido a visitarlo a su nuevo hogar. Su versión parece bastante alejada de la realidad porque asegura que su distanciamiento nada tiene que ver con sus infidelidades, explica, y lo justifica diciendo que Sofía no quiere enfadar a su hijo.
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“Sigo muy unido a mi mujer, que conserva toda mi admiración y mi afecto. No hay nadie igual a ella en mi vida y así seguirá siendo, aunque nuestros caminos se hayan separado desde mi marcha de España”, dice el emérito, a pesar de que hace años que no se les ve juntos, ni siquiera cuando el rey acude a Sanxenxo a las famosas regatas.
Sobre Corinna, a pesar de no mencionarla expresamente, habla largo y tendido. Dice que nunca tuvo que pasar esa relación, pero lo achaca a su "debilidad de hombre".
"Puede parece banal, muchos hombres y mujeres han sido cegados hasta el punto de no ver lo evidente. Para mí, ella tuvo un impacto nocivo en mi reinado y en mi vida familiar. Ella erosionó la armonía y la estabilidad de esos dos aspectos esenciales de mi existencia, conduciéndome finalmente a tomar la difícil decisión de abandonar España", añade.