Luis Mateo Díez: "La democracia se está yendo al garete, hay valores de convivencia echados a perder"

El escritor y académico Luis Mateo Díez.

Define Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) su nueva novela como una "farsa con matices de expresionismo y gotas de surrealismo" que termina llegando a la "literatura del absurdo". "Una fábula con un punto metafórico y estrambótico, con herencia valleinclanesca, una atmósfera muy perturbadora, pero un punto tremendamente humorístico", todavía añade al tratar de detallar lo que el lector puede encontrar en El vigía de las esquinas (Galaxia Gutenberg, 2025), que llega a las librerías este próximo 5 de noviembre.

Una historia que el Premio Cervantes 2023 sitúa en una de sus 'ciudades de sombra', en la que todo se desmorona y que padece muchos de los malos sueños de nuestra sociedad actual. "Es una novela que me dicen que puede dejar un residuo melancólico", ha apuntado en un encuentro con un grupo de periodistas este viernes en la librería Rafael Alberti de Madrid, a los que ha explicado que, en esencia, esta es su forma de narrar "la desgracia de estar viviendo en un mundo que estaría en su mejor momento para muchas cosas, pero no deja de ser un mundo fraudulento y desgraciado".

Ese desorden es el que impera en El vigía de las esquinas como un arrebato aniquilador de la vida cotidiana, donde nada se mantiene en pie debido a unos sucesos que precipitan la debacle, el tragicómico exterminio de aquellas normas que amparaban nuestra convivencia, ya que la realidad es más frágil e imprevisible de lo que pensábamos. Una fábula de alguna manera con los pies en el suelo, en definitiva, que pone en solfa los comportamientos políticos y morales de un mundo desquiciado.

Vivimos una actualidad desordenada realmente dura de sobrellevar en todos los sentidos, mires donde mires

Y lo hace a través de los ojos de Ciro Caviero, un "periodista molesto que todo lo observa, escribe gacetillas y habla en la radio", y se ve envuelto en una trama de todo tipo de bajezas en una ciudad sin nombre que puede ser ninguna o puede ser todas, pero desde luego existe en las páginas de esta novela. "Él es la conciencia deforme de las deformidades enormes que hay en esta ciudad", ha puntualizado Díez, asegurando que a través de la mirada a veces "esperpéntica", este personaje "aporta las claves de lucidez" con las que él podía "esta farsa en la que todo se vuelve un poco confuso".

En referencia a la idea tan presente en su literatura de las 'ciudades de sombra', ha explicado que se trata de urbes que "perdieron la belleza del esplendor de la antigüedad para tener la fealdad de lo viejo", hasta hacerse inevitablemente de sombra. Un proceso en el tiempo que, según ha resaltado divertido a pesar de todo, está también en la edad: "Reconozco, aunque lo digo muchas veces, la desgracia de ser viejo. Ser un anciano es una de las peores cosas que te pueden pasar en la vida. Yo no soy un viejo pendejo ni zaherido que llora por las esquinas, pero creo que no es verdad eso de que la experiencia es la que te da la lucidez de vivir con mayor conocimiento de causa cuando te estás acabando".

Una de las desgracias de tanta actualidad es la neutralización de la imaginación, casi la liquidación

Continuando con el núcleo de la novela, ha relatado que en esta 'ciudad de sombra', en esta ocasión sin nombre, las autoridades han huido y todo está lleno de las "complicaciones que estamos viendo en el mundo en general", ha señalado, estableciendo un paralelismo entre ficción y realidad, aunque no sea ese en absoluto el objetivo final. "Vivimos en un tiempo de desorden. Tenemos la sensación de que el mundo está desordenado en esta crisis turbia y turbulenta en la que nos tienen", ha remarcado, eso sí, señalando que en la novela hay "continuos derrumbamientos y derrames". "Todo se va cayendo, y la sociedad está un poco neutralizada. No sé si esto suena al mundo en que vivimos", ha apostillado.

"Ciertos valores de convivencia e institucionales están echados a perder, porque la democracia se está yendo al garete", ha continuado, mencionado a países como Estados Unidos o en Rusia. "Y en España estamos como estamos", ha puntualizado con sorna, antes de volver a lo concreto de la novela, en este ir y venir de la realidad, para remarcar más del contexto de la trama: "El humus que sale de este desorden es un deterioro ideológico y de las creencias, donde afloran elementos catecumenales y religiosos, y en la novela hay una secta para armar el vacío a través de esa especie de secuela terrible de las ideologías honorables que también se han ido al garete. Porque esta democracia se ha pervertido, ha desaparecido o no hay mucha convicción en ella, y los sectarismos aúpan ciertas salidas que tienen el límite ideológico en el fanatismo".

El poder neutraliza la imaginación e inventa lenguajes para sosegar y tamizar

Y es que, en última instancia, saliendo ya de las páginas de El vigía de las esquinas, para el escritor "vivimos una actualidad desordenada realmente dura de sobrellevar en todos los sentidos, mires donde mires". Por si eso fuera poco, ha asegurado, "hay demasiada actualidad, algo que contribuye al desorden del mundo, ya que es tan asaltadora y tremenda que parece que está quitando capacidad de imaginación y extorsionándonos el ánimo con el desasosiego". "Es un aluvión tremendo en el día a día que hace que nuestra vida esté muy empobrecida. Pasan tantas cosas, que una pasa a la otra", ha subrayado.

Incluso ha puesto como ejemplo en un momento dado al presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, "ese petardo de señor que hay por ahí, se queda, lo mantienen con subterfugios de todo tipo" en un momento en el que hay "análisis de todo tipo, que si donde estaba en el minuto uno, luego en el 24". "Y, por fuera, lo que hay son muchos muertos ahogados, algo que traumatizó a todos", ha lamentado, para acto seguido plantear: "Consciente de que no estaba donde debía y que no hizo lo que tenía que hacer, si al día siguiente pide disculpas y se va, estaríamos a otra cosa, pero el poder busca resoluciones de continuidad para que la actualidad vaya y venga. Por eso digo que la actualidad es apabullante".

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De actualidad también ha hablado a su pesar Luis Mateo Díez al ser preguntado por la polémica entre el Instituto Cervantes y la RAE después de que Luis García Montero descalificara a Santiago Muñoz Machado. "En esto yo soy un chico discreto", ha afirmado entre risas, si bien ha reconocido que se queda "conmocionado" y no sabe cómo puede haber pasado algo así: "Es una manifestación también del desorden de los tiempos, de la incapacidad de entendernos, decir cosas inadecuadas, estar donde no debes. Esto tiene que ver con el mundo en el que vivimos".

Un mundo que, tanto en la novela como en la realidad, está gobernado por un "desvivir penoso de países enfrentados, de partidos políticos echados a perder, de odios aborrecibles y gente que insulta y echa a perder una institución, como pasa aquí y en todos los lados", ya que esto es lo que "parece que determina la consumación de los tiempos y que esto se está acabando y luego vendrá otra cosa". "Se va al garete el presente y el futuro precario. El ser humano se va al garete, somos unos desgraciados, pero la naturaleza sigue", ha recalcado.

Durante el encuentro con la prensa, el escritor y académico ha reivindicado la importancia del buen uso del lenguaje porque, según ha compartido, tiene la "sensación de que vivimos en un mundo, no ya en un país, donde hay un uso que intenta esconder las posibilidades de un lenguaje claro, estricto y con el que normalmente nos comunicamos". Y ha rematado: "El poder neutraliza la imaginación e inventa lenguajes para sosegar y tamizar. Una de las desgracias de tanta actualidad es la neutralización de la imaginación, casi la liquidación. Ahora interesa el 'estate quieto', ya no vale lo de 'la imaginación al poder'".

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