DERECHOS HUMANOS
La 'resignificación' de la esvástica, el nuevo ataque de la era Trump a los derechos humanos
A pocas semanas de que Donald Trump sume su primer año en el poder en su segundo mandato, el presidente ha generado una ola de alarma entre las ONG de derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) o Human Rights Watch (HRW). Expulsiones masivas, ataques a los colectivos LGTBI, a instituciones, declaraciones negando el cambio climático, insultos a rivales políticos, periodistas… El cambio o resignificación de la bandera nazi, la esvástica de "símbolo de odio" a "potencialmente divisiva", es la última de esta larga lista que apunta a seguir creciendo.
Hace ya meses, AI denunciaba que Trump y su Administración en sus primeros cien días atacaron “iniciativas e instituciones que se crearon para hacer de nuestro mundo un lugar más seguro y más justo". Por su parte, Human Rights Watch advierte que las revisiones y manipulaciones en el nuevo informe sobre derechos humanos del Departamento de Estado socavan su credibilidad y ponen en peligro tanto a defensores como a solicitantes de asilo.
Porque el documento que se presentó en agosto fue despojado de secciones específicas presentes en informes previos, como denuncias de abusos por orientación sexual, violencia contra la mujer, corrupción gubernamental, violencia racial o étnica sistémica o negación de un juicio público justo.
“Nos pidieron reducir los informes de derechos humanos al mínimo requerido por ley”, dijo a CNN Michael Honigstein, exdirector de Asuntos Africanos en la Oficina de Derechos Humanos, Democracia y Trabajo del Departamento de Estado.
Y en EEUU han entrado de lleno en el I Reich MAGA de @DonaldTrump con un golpe de estado con el ejército en las principales capitales y la gestapo del ICE secuestrando con carácter racista a los no estadounidenses.
— IA castillo ✳️🇵🇸🇨🇺 🇪🇭☭ (@uharteko1956295) November 17, 2025
En Texas la policía estadounidense de emigración (ICE) detiene… pic.twitter.com/21oEjHdqF5
En Estados Unidos, Amnistía Internacional, en su informe "Caos y Crueldad: 10 ataques combinados contra los derechos humanos", afirma de manera muy dura y muy crítica que Trump ha "gobernado con crueldad y sembrado el caos, creando una emergencia de derechos humanos al debilitar de forma sistemática las salvaguardas, fomentar un clima de miedo y división y socavar el Estado de derecho".
Paul O'Brien, director ejecutivo de Amnistía Internacional EEUU, resume: "La administración Trump ha adoptado plenamente tácticas autoritarias que suelen asociarse a dirigentes represivos para afianzar su propio poder y llevar adelante su agenda antiderechos”, para muestra, la imposición de aranceles con la que inició su mandato o la expulsión masiva de migrantes.
Agnès Callamard, secretaria general de AI y relatora especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias nombrada por la ONU, añade que el "ataque sin cuartel a los conceptos mismos de multilateralismo, asilo, justicia racial y de género, salud global y acción climática está agravando el daño" de estas instituciones fundamentales.
Desde Human Rights Watch, la directora del Programa para EE.UU. Tanya Greene advierte que "la administración Trump ha infligido un daño enorme a los derechos humanos". La organización ha documentado cómo las deportaciones masivas han pasado de 600 diarias durante el primer mandato de Trump a aproximadamente 750 por día en lo que va de 2025. Dentro de estas, hay también solicitantes de asilo, pero el ICE, el servicio de control de fronteras, también tiene en su haber denuncias por desapariciones y detenciones arbitrarias.
Entre esas deportaciones, está la deportación masiva de más de 200 venezolanos a El Salvador que se realizó en abril del año pasado acusados todos ellos de terrorismo y de pertenecer a la banda Tren de Aragua. HRW denuncia, cómo en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) —ya en El Salvador—, las vejaciones y el maltrato de los guardias es algo habitual.
Pero desde el Gobierno de Estados Unidos, Tommy Pigott, viceportavoz del Departamento de Estado, tienen una visión completamente opuesta, porque ellos defienden que están protegiendo precisamente los derechos humanos que otras administraciones ignoraban: "En tiempos recientes, ideologías dañinas han ofrecido un refugio para abusos de derechos humanos. La administración Trump no permitirá tales violaciones, incluida la mutilación de menores, legislación que restringe la libertad de expresión y prácticas de empleo prejuiciadas racialmente".
A pesar de las palabras de Pigott, el dirigente estadounidense, sentenció sobre el periodista descuartizado en el consulado saudí, Jamal Jashogi, que "era polémico, son cosas que pasan". Trump aseguró que Bin Salmán y él, reunidos esta semana en La Casa Blanca, están muy orgullosos el uno del otro por la labor que realizan en materia de derechos humanos. "Tenemos a un hombre muy respetado en el Despacho Oval hoy, amigo mío desde hace mucho tiempo, muy buen amigo mío. Estamos muy orgullosos el uno del otro en lo que respecta a los derechos humanos y todo lo demás", dijo el estadounidense sobre el líder saudí.
Fin del compromiso internacional
Más allá de los derechos civiles, las medidas del gobierno de Trump han sido calificadas como una reestructuración política profunda.
Amnistía Internacional advierte que los recortes a la ayuda exterior y la retirada de organismos multilaterales como la UNRWA (la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos), la OMS o la Corte Penal Internacional representan un desmantelamiento del compromiso estadounidense con los derechos humanos globales.
En febrero de 2025, Trump firmó una orden ejecutiva retirándose de la Organización Mundial de la Salud, la UNRWA, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU o sancionando a la Corte Penal Internacional.
La salida del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, lo argumentó aduciendo que “ha demostrado un sesgo constante contra Israel” y ha posibilitado que otros países como Irán, China y Cuba lo utilicen para “protegerse a sí mismos a pesar de sus graves violaciones y abusos contra los derechos humanos”.
De hecho, este mes de noviembre, decidió no participar en el Examen Periódico Universal (EPU) sobre Derechos Humanos ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un mecanismo de revisión que existe desde hace años. AI tildó esta decisión de "precedente vergonzoso" y Amanda Klasing, directora de relaciones internacionales de la ONG en EEUU, destacó el aumento del “desprecio de la Administración Trump por la rendición de cuentas internacional” y los Derechos Humanos. La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) también condenó el boicot, con su directora ejecutiva señalando que el gobierno se ha convertido en el principal adversario de las libertades de los ciudadanos estadounidenses.
En sus palabras, estas decisiones "no son sólo económicas, sino que representan el abandono del compromiso de EE. UU. con los derechos humanos, la salud pública y la paz y la seguridad mundiales".
"No están tan lejos de poder terminar, los españoles, saliendo del Acuerdo del Clima, de la UE o de organizaciones que a la ultraderecha no le gusta, viendo los pactos a los que se llega y por los que se negocia", asegura Bruno Guerra, periodista uruguayo especializado en antropología y comunicación política.
El autoritarismo global
Amnistía Internacional también señala una "insidiosa propagación de prácticas autoritarias" en todo el mundo alentada por el "efecto Trump". Callamard advierte que su enfoque no solo daña a Estados Unidos, sino que instaura un modelo global peligroso: "Su ataque sin cuartel está animando aún más a otros dirigentes y movimientos contrarios al reconocimiento de derechos a unirse a esta embestida".
HRW denuncia que el nuevo informe del Departamento de Estado "transforma el informe en un arma que hace que los autócratas parezcan más presentables y minimiza los abusos más serios en esos lugares”.
Pero quizá “el síntoma más perturbador de esta deriva es la política de símbolos y movimientos”, alerta Bruno Guerra. Este noviembre, la Guardia Costera reclasificó la esvástica nazi de "símbolo de odio" a "potencialmente divisivo”, “es una medida que algunos compararon con normalizar las cruces del Ku Klux Klan”, dice.
Simultáneamente, la Administración ha advertido que Antifa, el movimiento antifascista de izquierda, podría considerarse como grupo terrorista, mientras mantiene una postura tolerante hacia algunos grupos de ultraderecha como Proud Boys. Por su parte, “Steve Bannon y Elon Musk han realizado gestos nazis en mítines sin ninguna consecuencia” por parte del mandatario estadounidense, un problema en ciernes que “a medida que la sociedad se polariza, puede llevar a mayores problemas y no olvidemos que todavía puede cambiar la constitución para poder presentarse a un nuevo mandato”.
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Pero lo de Trump no es nuevo, aunque en este segundo mandato se están haciendo más presentes los ataques y los guiños a la ultraderecha “al verse arropado por gobernantes y líderes de partidos políticos como Santiago Abascal, Marine Le Pen o Víktor Orban”, recuerda Laura González, que ha tratado temas de ultraderecha a lo largo de su carrera como periodista.
“Al estar arropado por este tipo de dirigentes, en una sociedad en la que cada día la ultraderecha tiene más peso, todas sus decisiones van a ser poco a poco aplaudidas por muchos”, dice González que recuerda cuando estuvo en Nueva York en la primera época del ‘Make America Great Again’ y cómo ahora esa fórmula “se repite por todo el mundo, igual que hubo una época en la que todos nos queríamos parecer a Obama y usar las fórmulas de Obama, ahora todos quieren ser Trump”, argumenta la periodista.
Para terminar, alerta de “Ayuso, una dirigente ‘trumpista’ que el día que ganó las elecciones se vieron banderas libertarias, que sigue creciendo entre la oposición en España y el liderazgo en Madrid y que veremos qué pasa con Vox en España, que sigue creciendo".