Princesita marinera Joaquín Jesús Sánchez
La infancia robada
El informe es tan demoledor que se te parte el alma. Una de las pocas ONG que sigue trabajando sobre el terreno ha hecho una radiografía de cómo está siendo la infancia de los niños y niñas que quedan en la franja de Gaza. Tras más de un año de guerra, de ver morir a sus familiares, de dormir cada noche con el ruido de las bombas, de haberse ido de su casa y empezar a vivir en otro sitio, a veces en tiendas de campaña, de tener que volverse a ir de ahí porque ese sitio ha dejado de ser seguro, después de todo este infierno, el 96% de los niños dice que está convencido de que su muerte es inminente. In-mi-nen-te. De que no puede hacer mucho por evitarla: ocurrirá, de algún modo, algún día de estos.
Vivir convencido de que vas a morir no es vivir. A un niño no se le puede robar la infancia así. Se les han robado los sueños, las ilusiones de imaginar qué serán de mayores, dónde vivirán, a quién conocerán, con qué se divertirán, a quién amarán… Su sufrimiento, su infierno es tan devastador que casi la mitad de esos niños admite que prefiere morir ya, para acabar con esa espera dantesca a su propia muerte.
Esto está pasando en Gaza. Esto hacen las guerras. Y, de momento, Netanyahu no tiene ninguna intención de remitir en su ofensiva. Esta semana, con la caída del régimen sirio, ha decidido emprender una nueva ofensiva en ese país. La excusa, esta vez, es destruir el posible armamento químico que Al Assad tenía, para que no caiga en manos de los rebeldes. Pero lo cierto es que sus tropas, sus tanques y sus bombas están yendo mucho más allá de esos depósitos de armas.
Que un solo niño piense que lo mejor que le puede pasar es morirse ya es un fracaso. Un drama que te parte el alma
Nadie le para, nadie le frena. Y se siente impune para seguir matando. En Gaza lo lleva haciendo desde el 8 de octubre de 2023. Lo ha destruido todo, lo físico, los edificios, las casas, los hospitales y también lo humano, a quienes eran sus enemigos y a quienes podían llegar a serlo en un futuro. Ha destrozado la infancia de toda una generación a la que ya nadie le devolverá la inocencia de poder jugar en la calle, con sus amigos, sin miedo a un disparo.
Piensen ustedes en todo lo que han hecho desde octubre del año pasado. Todo lo que han pasado, todo lo que han vivido, todo lo que han disfrutado y, quizás, también sufrido. Días y días en los que la vida ha ido pasando, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Bueno, pues piense que, mientras tanto, hay cientos de familias, con sus hijos, que viven desesperadas sin saber qué pasará mañana, si un disparo, una bomba, hará aún más miserable su vida. Las noches son eternas, y los días, peor.
Que un solo niño piense que lo mejor que le puede pasar es morirse ya es un fracaso. Un drama que te parte el alma.
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