Las víctimas más patéticas son las que aplauden al verdugo mientras afila su hacha.
Vivimos unos tiempos injustos que bailan al ritmo del mercado, algo que demuestra a las claras el hecho de que no se suspendan las patentes de las vacunas durante la pandemia, para evitar que las farmacéuticas especulen con nuestra vida y nuestra muerte, y la demostración de que una empresa como AstraZeneca se puede reír de toda la Unión Europea incumpliendo los contratos que firma con ella.
Ayuso no tiene límites seguramente porque cada vez que se salta uno, hay quien la sigue y quienes la jalean, quizá porque defiende sus intereses a cualquier precio.
En Madrid casi siempre gana la derecha y cuando no gana también gobierna, por eso lo lleva haciendo veinticinco años y ninguna de las tres veces que el PSOE fue la formación más votada llegó al poder.
¿Qué piensan hacer, algo o lo de siempre? Igual la opción no es ni la que dice Ayuso ni la que dice Casado. Igual es socialismo o Gürtel, por resumir con ese nombre las mil y una tramas de corrupción que arrastra el PP.
Quien no cree en la libertad de todas y todos es porque sólo cree en la suya y en la de nadie más.
La regeneración de la que hablaban Pablo Casado y su equipo no consistía en cambiar ellos sino a los demás, en quitar de en medio a los que les han pillado o podrían pillarlos con las manos en la masa.
Divide y vencerás significa que la mejor forma de ganar al rival es hacer que te ayude a derrotarlo.
A Joan le gustaba reír, los dos sonidos que más vamos a recordar de él son el de su voz al recitar, entre calmada y ardiente, con un eco sentencioso en los finales, y el de sus carcajadas.
La esencia de una democracia es, de hecho, evolucionar, querer ser mejorable y no dormirse en los laureles, sentirse capaz de afrontar cada nuevo reto y adaptarse a las circunstancias.
Si en las próximas elecciones catalanas Vox sobrepasa al PP, ese jaque-mate será el principio del fin de Pablo Casado como candidato a presidente del Gobierno y como líder de la oposición.
Iban a distribuir en tres meses ciento veinte millones de dosis y serán, en el mejor de los casos, cuarenta. Ochenta millones menos. Ochenta millones de personas que, de momento, no serán inmunizadas. Un crimen en toda regla.
¿Por qué ningún Gobierno hasta ahora ha puesto límites a la avaricia desmedida de unas energéticas cuyos jefes llegan a tener un sueldo de cuarenta y cinco mil euros diarios?
La manera de Ayuso de hacer política es un resumen de casi todo lo malo que puede darse en un mundo en el que imperan la hipocresía y los intereses como mínimo oscuros.
Ver a los negacionistas o juerguistas sin mascarilla que se saltan las normas de distanciamiento social impuestas por la pandemia que sufrimos resulta más hiriente si comparas su temeridad con el riesgo que corre, en los hospitales donde ellos o sus contactos acabarán tarde o temprano, el personal sanitario que se juega literalmente la vida para salvarnos.
Hay quienes tratan de engañarnos con sus discursos, pero haces un par de sumas y restas y el resultado los deja en evidencia. Lo malo de las cortinas de humo es que soplas y se desvanecen.
No quieren dar pedales, sólo poner palos en las ruedas del otro equipo. Hay dos campañas paralelas: la de vacunación y la de intoxicación.
La democracia debe tener su orden: primero los derechos y después los privilegios, primero la Seguridad Social y luego el Ibex 35.
Su fortuna se estima en dos mil millones de euros, y, de cualquier manera, es tan rico que se puede permitir el lujo de "regalar" sesenta y cinco millones a su amante Corinna. ¿Y todo se arregla y salda regularizando 500.000?
Habrá que fusilar a veintiséis millones de hijos de puta –es decir, helarle el corazón a más de media España, dado que somos algo más de cuarenta y siete–, dicen unos militares sediciosos que nos hacen preguntarnos en qué manos han estado y están nuestros cuarteles.
Las imágenes de muchos lugares de España este último fin de semana, con las vías comerciales abarrotadas de viandantes, demuestra que aquí sobran bombillas, pero faltan luces.
Maradona era un genio, pero además tenía el don de la oportunidad. Lo que le faltaba.
Jorge Valdano y Benjamín Prado analizan la eterna comparación entre los dos astros argentinos.
La pregunta es si, realmente, les importan algo las y los alumnos de nuestras escuelas, institutos y universidades, o lo único que les preocupa es adoctrinarlos, en lugar de enseñarles.
No hay peor enemigo que el que está en casa, porque con él da lo mismo cuántos cerrojos le eches a las puertas: cuantas más cierres, más en peligro te pones.
Anoche tuve un sueño. Imaginé que la caída humillante de Donald Trump en Estados Unidos era el principio del fin del neoliberalismo, ese movimiento antisistema al cual lo único que le interesa de la democracia es lo que a un ladrón de la casa que quiere robar: encontrar por dónde colarse a ella para desvalijarla.
Ya se ha dejado caer sobre la opinión pública que las personas que queman contenedores, atacan a la policía, cortan la vía pública y saquean los comercios son “radicales tanto de derechas como de izquierdas.” Lo de siempre, el empate técnico.
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