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Del "me gusta la fruta" a desvelar conversaciones con el rey: Feijóo rompe los puentes institucionales

presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante una rueda de prensa, posterior a la reunión del Comité de Dirección del PP.

Hace escasos días que ha arrancado el curso político, pero Alberto Núñez Feijóo ya ha demostrado que no va a reducir decibelios respecto al anterior y que la institucionalidad de la que presumía cuando era presidente de la Xunta no toca en Madrid. Si el domingo el líder del Partido Popular compartía un vídeo en sus redes en el que empleaba el 'me gusta la fruta' que enmascara un insulto contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este lunes revelaba una conversación privada con el rey Felipe VI a propósito de su plante a la apertura del curso judicial el pasado viernes en el Tribunal Supremo.

"El rey, en su papel de moderación, me ha dicho que entendía y que tomaba nota de mi posición", aseguraba a primera hora del lunes el líder de la oposición en una entrevista en Telecinco. Unas palabras que han granjeado un reproche del Gobierno a través de la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, porque es poco habitual que los políticos expliciten el contenido sus conversaciones con el monarca ni, sobre todo, sus respuestas.

Tras las palabras de Feijóo, fuentes de la Zarzuela han evitado confirmar el contenido de esa conversación, pero no negaban que se hubiera producido. Únicamente han señalado a la prensa que "la Casa no comenta las conversaciones privadas del rey" y que, durante su reinado, Felipe VI "se ha atenido, se atiene y se atendrá a una exquisita neutralidad política en toda su acción institucional", pese a que la derecha se ha apropiado de su figura.

En Génova han tratado de minimizar las palabras de Feijóo, que se han producido después de que este comenzara a hablar en la entrevista de lo que había hablado con "la Casa", en referencia a la Zarzuela, y luego respondiera con lo que le había dicho "el rey", citándolo expresamente. Fuentes del equipo del líder del PP insistían después en que no había querido dar a entender que Felipe VI respaldara su plante el viernes a modo de estrategia política, sino que era un acuse de recibo de su ausencia en el acto.

Lo cierto es que el PP ha convertido al monarca en su excusa para todo, lo que ha contribuido a que el Jefe del Estado esté en el centro del debate político al situarlo como la gran referencia institucional frente a Sánchez y utilizarlo como ariete de sus críticas contra el presidente del Gobierno por supuestamente abandonarlo durante eventos como la visita a la zonas afectadas por la dana en Valencia, como hizo el pasado viernes.

De "cavar la fosa" a llamar "pirómana" a una alto cargo del Gobierno

La institucionalidad que se le presupone a Feijóo como líder de la oposición no le ha impedido recurrir al insulto para tratar de descalificar a su adversario, en este caso el presidente del Gobierno. Pese a asegurar hace más de tres años que que él "no venía a insultar" a Sánchez sino a "ganarle en las urnas" y a declarar un periódico lo poco que le gustan los insultos —“son la ausencia de razones, y a mí no me gusta practicarlos”, proclamó—, tanto él como otros miembros de su dirección llevan tiempos instalados en el insulto que este domingo él verbalizó por primera vez con el "me gusta la fruta".

Una frase que, en realidad, enmascara el 'hijo de puta' que le espetó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a Sánchez desde la tribuna del Congreso en noviembre de 2023 y que después ha explotado el PP madrileño con camisetas y merchandaising de todo tipo a modo de gracieta. Tras la publicación del líder del PP,  el número dos de Ayuso, Alfonso Serrano, ha asegurado que es un "auténtico placer" que al presidente nacional del partido "también le guste la fruta" como a ellos, aunque Génova defiende que Feijóo no pretendía insultar a Sánchez ni le estaba dando ese significado.

Las palabras del líder del PP han venido precedidas de exabruptos como el que pronunció el secretario general, Miguel Tellado, sobre las "fosas" el sábado durante un mitin: "Aquí podemos empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos de un Gobierno que nunca debió haber existido en nuestro país", señaló. Unas palabras a las que el propio Sánchez respondió en sus redes calificándolas de "un insulto a los miles de españoles cuyos familiares yacieron o yacen aún en una fosa", en referencia a la Guerra Civil española.

O el del vicesecretario de esa formación Elías Bendodo llamando "pirómana" a la directora general de Protección Civil del Ejecutivo de Sánchez a finales de agosto en plena ola de incendios. "Es una pirómana más, se ha dedicado en sus declaraciones a insultar a los gobiernos autonómicos, así es imposible dar solución a los problemas", dijo Bendodo. Ni él ni nadie de la dirección nacional del PP se retractó de esas palabras.

"Esto no es crispar, es poner al PSOE frente al espejo"

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Lo cierto es que la estrategia de Feijóo de tensar permanentemente el marco político deja como saldo una sociedad asimétricamente polarizada y un sistema institucional más frágil, sobre todo gracias a una acción coordinada con la derecha judicial para sitiar al presidente del Gobierno, como se pudo constatar en la apertura del año judicial. Además del líder del PP, los 10 vocales del Poder Judicial propuestos por ese partido y las principales asociaciones judiciales y fiscales conservadoras, se coordinaron para dar un golpe institucional sin precedentes al pedir que se incumpliera la Ley Orgánica del Poder Judicial y se cuestionara la presunción de inocencia del fiscal general del Estado.

En la dirección nacional del PP niegan, sin embargo, que sean ellos los que polaricen y que sus broncas declaraciones vayan destinadas a competir con la ultraderecha de Vox, que no para de subir en las encuestas frente a un Feijóo estancado. "Esto no es crispar. Es poner al PSOE frente al espejo. Lo que enfada a la gente no es lo que dice Feijóo o Abascal, es lo que hace el Gobierno", señalan fuentes de Génova.

Con todo, actualmente campo de batalla parece fijado en los términos establecidos por la extrema derecha, en los que el PP ha comprado su mismo marco: inmigración, una agenda legislativa para impugnar la mayor parte de las normas aprobadas en los últimos años y una disputa abierta por ganarse el favor de los votantes de las áreas rurales.

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