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La Asociación española de robótica y automatización de tecnologías de la producción cifra el número de unidades en 2016 en 34.528. La mayor parte de ellas se hallan en el sector del automóvil.
La espectacular progresión de las llamadas tecnologías disruptivas plantea preguntas hasta ahora sin resolver: cómo afrontar un aumento radical del desempleo de ciudadanos sustituidos por máquinas capaces de hacer sus labores.
Economistas creen que existe una "visión errónea" del peligro de la automatización y se muestran convencidos de que no habrá una destrucción alarmante de puestos de trabajo. El argumento más repetido es que, si bien las nuevas tecnologías provocan que ciertos puestos queden obsoletos, también crean otras oportunidades de empleo.
Estamos en medio de una pelea de robots de la que los únicos perjudicados somos los humanos, que nos asomamos a algunas páginas web con el temor con el que de adolescentes nos enfrentábamos a los porteros de discoteca.